Pbro. Matías Reyes Salazar. Párroco.

Hablar de tortura es hablar de un crimen de lesa humanidad, que bajo ninguna circunstancia puede permitirse, ni quedar sin justicia. Podemos definir tortura como “acto por el cual se inflige intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras”. Se trata de un acto intencional, donde entra en juego la libertad y por tanto el valor moral del mismo acto.

La tortura destruye la personalidad de la víctima y desprecia la dignidad de la persona, dignidad que le viene del mismo hecho de ser persona. La tortura rechaza toda presunta inocencia, es un acto directo a la persona y a su misma dignidad.

El derecho internacional prohíbe la tortura, pero en todas las regiones del mundo encontramos casos de ella. El ser humano se convierte en un lobo para el hombre, se anula su dignidad, se pierden todos los valores, se puede decir que el torturador se asemeja a una bestia y el torturado a una piltrafa.

El 12 de diciembre de 1997, la Asamblea General, proclamó el 26 de junio como Día Internacional de las Naciones Unidas en Apoyo de las víctimas de la tortura con vistas a la erradicación total y a la aplicación de los Tratados internacionales.

La tortura causa graves lesiones tanto en el cuerpo como en el espíritu humano, no es fácil recuperarse de una experiencia de tal tipo. Por la tortura tantas veces llega también la muerte. Los Tratados Internacionales deben velar por el bien de la persona en todas sus dimensiones y globalizar los Derechos Humanos.

El respeto a la persona humana, le viene de la misma dignidad de ser imagen de Dios. Su dignidad radica en su ser y no en sus actos, somos todos responsables de dejar brilla el ser de cada persona en su dignidad, en sus derechos y deberes en toda sociedad. La tortura no puede suplantar la justicia y los valores humanos.

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